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  Jueves 14 de Noviembre, 2002

¿Habrá existido alguna vez el conjunto vacío?

Dos conjuntos disjuntos formaban un conjunto vacío... luego hablaban de la lista de los reyes godos.. pero ¿entendió alguien alguna vez que era eso de los conjuntos?, ala!! sí, venga, más, derivadas, integrales, quebrados.. todavía deben de andar miles de ecuaciones de segundo grado esperando a despejar su incógnita. Pero ¿de que coño servia todo aquello?. Luego uno se topa con la realidad más sangrante, se cae un botón y el grito de desesperación es una oposición con nota a emular a tarzan, eso sí, uno puede recitar de corrido los silogismos en versión latina y quedar como dios pero lo de que el botón se sujete a la camisa.. eso si que es para nota.
Enfrentarse por primera vez a una aguja con su hilo y todo para quien ha tenido una madre que se pasaba la vida cosiendo no deja de ser de lo más familiar.. pero solo si se quedará en eso.. el problema empieza cuando son las manos propias las que tienen que enfrentarse a la gran prueba.

La decisión de la batalla por el botón se retrasa todo lo que uno puede y más, pero siempre llega la hora, para todo siempre llega la hora que dicen los filosóficos de la vida. Bueno la frase queda bien pero no deja de tener sus matices, al fin y al cabo la mayoría nos pasamos la vida esperando miles de cosas que no llegan nunca.. pero no es cuestión de irse por otro lado, estamos en la primera fase de la gran prueba, una camisa, un botón bailarín que hay que recoger mil veces del suelo, una caja llena de hilitos de colores y la gran protagonista de la ceremonia: la aguja.

A las primeras de cambio uno se da cuenta de la verdadera naturaleza de una aguja, el aparato en cuestión es una máquina de tortura, domesticada si se quiere, pero de tortura, vas confiado a hacer lo que miles de veces has visto a tu abuela, que con una habilidad pasmosa pasaba el hilo por el diminuto agujero de la punta...pero ¿como lo hacia la buena mujer?... es el primer mosqueo, si una señora vieja, con temblores y operada de cataratas era capaz de enhebrar la aguja como mucho a la segunda que coño estoy haciendo yo intento tras intento sin resultado..

Bueno ningún resultado exactamente no, cada tres intentos y con una precisión matemática la punta de la aguja se clava en algún dedo y la boca se va llenando de hilitos de forma directamente proporcional a los intentos cada vez más desesperados que te llevan a chupar una y mil veces la del hilo para que quede lo más fino posible.
El resultado, al menos de la primera vez, se queda solo en el intento y en autojustificaciones de un mal día por la presión de trabajo, por el perro que no deja de mirarte con cara de lastima o por lo baja que está la calefacción que no logra calentar la punta de los dedos de la mano.. y claro a ver que abuela con la punta de los dedos fría es capaz de enhebrar una aguja.

Además esa camisa ya estaba muy gastada es normal que se le cayeran los botones y es mejor que la dejemos para trapos.