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  064. Miércoles, 26 Febrero, 2003

Capítulo Sexagésimo cuarto: ¿No parece una contradicción que precisamente las mujeres más calientes sean las que consiguen lo mejores abrigos de piel?

Como casi todos, aprendí a jugar al mus y al poker en el bar de la facultad lo que demuestra, que los años de universidad no son esa perdida de tiempo que algunos piensan. De no haber sido por aquellas largas mañanas calentando el asiento al abrigo de un café que acababa lleno de trocitos de servilletas de papel arrugadas, hoy mi vida social no sería la misma.

Sí que el día tenga veinticuatro horas es una de las pocas cosas que no han cambiado en estos años, no logro entender porqué antes me daba tiempo a “envidar” varias veces cada mañana y ahora apenas si da tiempo a hacer esos cutres solitarios que trae de serie el windows; ¿Será el guaraná ese que dicen por la tele?.. será.

Como ya llevo un tiempo desconectado, a lo mejor resulta que todo a cambiado tanto que ya no se estila eso de echar la partida con fondo de libros sin estrenar y olor a apuntes manoseados; Supongo que no, que hay placeres en la vida que resisten hasta una glaciación y una facultad siempre ha sido la mejor escuela para aprender la realidad de la vida, y la vida es lo más parecido a una partida de poker.