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  078. Lunes, 17 Marzo, 2003

Capítulo Septuagésimo octavo: ¿Por qué se empeñan en decir que el azúcar engorda cuando el que engorda es el que se la come?

Hay cosas íntimas de las que, los que han ido a colegios de pago, no deben hablar nunca. Uno, como es de barrio marginal y criado a los pechos de la enseñanza pública desde el parvulario hasta la facultad, se puede permitir el lujado de poder hablar de lo que quiera. alguna ventaja tendremos que tener los que no salimos en el “hola”.

No me gustan los pelos, tengo la ventaja de ser “cuasi” imberbe, pero la pelusilla va ganando terreno, por eso me afeito los proyectos que intentan salir, los del pecho claro, y queda tan apañada la cosa por mucho que diga mi vecina, la del tercero, que eso es cosa de “mariquitas”.

Es curioso las conclusiones de la gente, te ven vivir con un tio un montón de años en la misma casa todos los días y acaban preguntándote por tu hermano, le cuentas que te has depilado un día y te llaman maricón.

Pero la historia no queda solo en eso, aprovechando que en la caja de ahorros como promoción social, que para eso están, me regalaron una máquina de esas de autocortar el pelo, la “moto” que dicen que se llama, he aprovechado para recortarme también los pelos de otros sitios que iban camino de convertirse en un bosque que rieté tu del amazonas.

He tenido precaución, solo los he recortado, que me han contado los que tienen experiencia en el tema que ni se me ocurra afeitarlos del todo, que luego es peor cuando empiezan a crecer. Lo que no entiendo es como las mujeres lo hacen continuamente, ¿tanto les gusta sufrir?.