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  101. Sábado, 26 Abril, 2003

Capítulo Centésimo primero: Una lámpara grande ¿es una mancha?

Nicolás, el perro que vive conmigo, es simple. Como casi todos los perros es incapaz de distinguir un sábado o un domingo de cualquier día laborable; El resultado: que esta mañana me he tenido que levantar a la hora de siempre para darle su paseo. Alicia lo de la máscota tiene muchas ventajas, no digo que no, pero algún inconveniente que otro también, hija, también.

Asi que aquí estoy, con tiempo por delante y un café recién hecho, eso sí, el café, aunque portugués-portugués, no sabe tan rico como el que nos dan en "Casa Tess" cada mañana. Para mi que más que el café en sí, es la compañía de los que por alli hacen su paradita. Y que mejor manera de pasar el rato que leyendo de forma pausada la página de Emilio. !Va por ti, maestro!.

La página de emilio siempre me ha recordado a los primeros minicines que abrieron es Salamanca, su dueño, cinéfilo empedernido, había creado un pequeño refugio de magia, no solo quería proyectar cine sino que se notaba que lo amaba, que lo respetaba, que quería que lo disfrutaramos de verdad. Durante mucho tiempo no importaba saber que película exactamente queriamos ir ver, bastaba con ir a los minicines y elegir al azar, con toda confianza sabíamos que sí la película la ponían alli, no nos iba a defraudar, y así era siempre. Con emilio pasa lo mismo, uno puede recorrer cualquier rincón de su página sabiendo que siempre, siempre, va a encontrar algo que merece la pena.

Es extraño, pero de leer todos los días a alguien parece que ya formas parte de su mundo y él del tuyo, ejemplos a patadas, por ahí está los peques de pedro y toña o la limpiadora asesina de luis, son ya como de la familia.