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  123. Lunes, 26 Mayo, 2003



Capítulo Centésimo vigésimo tercero: Por qué siempre el tiempo que tarda una mujer en buscar un objeto en su bolso es inversamente proporcional a la prisa que tiene por encontrarlo?



Tengo un amigo que es un verdadero fetichista en todo lo que se refiere a los pechos femeninos. Como todo buen macho que se precie, se jacta de conocer los deseos de su compañera de turno simplemente por la forma de sus tetas. Y lo que es peor, se empeña en contarlo a todo el que lo quiera oír.



Por razones evidentes el tema, así en general, no me interesa lo más mínimo, sin embargo ayer, entre el fútbol y las elecciones le presté un poco de atención y él, como recompensa, animó sus pesadas conversaciones monotemáticas con ejemplos vivos y al final, su clase práctica hasta resultó entretenida.



Pasa una con los pechos grandes, pues resulta que estas son mucho menos sensibles según no sé que investigación y mi amigo lo corrobora y hasta se empeña en explicarme el por qué; Dice que los nervios al estar más estirados, hacen que disminuya la sensibilidad y que con estas hay que tener mucha paciencia pero que nunca falla lo de darles unos mordisquitos cariñosos a tiempo.



La siguiente tiene las tetas pequeñas, me entero de que estas soportan mejor el movimiento y que lo que más les gusta es que se las masajeen con mucha suavidad pero en su justo momento. No sé para qué, pero tomo nota.



Le llega el turno a los pezones, habla con propiedad de su importancia, si son grandes son más sensibles por tener más terminaciones nerviosas y que lo mejor es masajear la parte exterior de sus pechos bajo las axilas, si son pequeños hay que centrarse en el círculo oscuro que hay alrededor y sobre todo en el cuadrante superior del pezón, ese que está entre las diez y las dos si miráramos un reloj. Está claro, es todo un experto que puede comparar una teta con un reloj.



Mientras se extiende en explicaciones su entusiasmo crece, distingue a través de la ropa los pechos caídos y me cuenta que para esos nada mejor que tumbarse hacia arriba, que así alivia la presión, porqué físicamente son los menos sensibles al tener los nervios estirados y comprimidos por el peso;



Cruza una con pechos operados y parece que le ha tocado la primitiva, sus ojos se abren como platos y confiesa que le vuelven loco, que su movimiento diferente a los naturales es sonido celestial, que para entrar en éxtasis no hay nada como mover le lengua en círculos que giren gradualmente hacia los pezones. Y se tiene que limpiar la baba.



¿Me estaré perdiendo algo?