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141. Jueves, 19 Junio, 2003



Capítulo Centésimo cuadragésimo primero: ¿Para que sirven los pelos del sobaco?



Las razones de cada uno para mantener un blog, me da a mí que son tantas como blogs existen ¡y mira que existen blogs!



Viene esto a cuento de una página que encontré ayer y cuya única función parece ser criticar los blogs de los demás, como si alguien tuviera algún derecho de decirle a otro como, cuando o qué debe escribir, Borjamari.com, que así firma el interfecto, si se cree con ese derecho y lo ejerce.



Y yo, al contrario que mi querida Alicia ha hecho en su magnifica página, si voy a poner su dirección, para que todo el que quiera, pueda comprobar de primera mano hasta donde puede llegar, como poco, la envidia.



Siendo completamente lícito -a mí me gustan-, el hábito de pasar revista con cierta regularidad a las cosas que a uno le ocurren no tiene porqué limitarse necesariamente a contar aventuras de amores adolescentes imposibles o explicar con todo detalle la última sesión de una depilación con cera templada, basta con qué cada uno cuente lo que le dé la gana, al fin y al cabo siempre resultará interesante para la persona más importante que lo va a leer, uno mismo.



Ni objetivos, ni plazos, ni ningún tipo de autocensura a ningún nivel. Da igual que el blog se use para controlar los gastos, para salir de una crisis, para recordar el pasado, para desarrollar la imaginación o para descargar el mal humor. Vale cualquier cosa, hasta, como en mi caso, matar el tiempo y divertirme.



Ya, sí, sé que estoy haciendo lo mismo que el tal Borjamari.com, pero empiezo a estar un poco harto de que se empeñen en decirnos lo que podemos o lo que no podemos hacer, sobre lo que tenemos o no tenemos que escribir, sobre los enlaces que debemos o no debemos poner y al final uno acaba un pelín hasta las narices de tanta gente que se empeña en que las cosas tienen que ser como ellos creen que deben de ser y que no son capaces de entender que, antes del diseño de cinco estrellas, la ortografía de académico o una barroca descripción poética, está la honestidad con uno mismo.



Qué no quería ponerme así, que ya es jueves y el día uno me voy de vacaciones, además hay cosas por las que no merece la pena ni enfadarse. Prometo que no se volverá a repetir. ¡Hala!