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154. Miércoles, 23 Julio, 2003



Capítulo Centésimo quincuagésimo cuarto: ¿Cómo pudo caperucita confundir a su abuela con un lobo?



La nevera es el aparato -no unido a una persona- más importante en la cocina, tanto, que es difícil imaginarse como se las podían arreglar antes sin ella; Y no lo digo solo por aquello de conservar la comida, sino por cosas tan trascendentales como saber donde iban antes cuando se levantaba a medianoche con hambre, o en que lugar pegaban esos imanes tan horteras que se ponen en la puerta.



Pero con el uso de la nevera llegó también esa eterna cuestión que todavía colea y a la que nadie ha dado una solución satisfactoria por más que el problema afecte a todos y cada uno de los usuarios y, además, varias veces al día: ¿qué alimentos se deben guardar en ella y cuales no?



Hay muchas cosas que pertenecen a la nevera sin ningún genero de dudas, la leche, el agua, el zumo, lo que sobra de una comida.. pero hay otra gran cantidad de alimentos que no hacen sino sumirnos en la confusión más absoluta a la hora de decidir si ponerlos o no, ¿el "ketchup" hay que guardarlo?, ¿es conveniente meter el pan?, ¿si el chocolate está frío te salen granos de "cabeza" blanca?



Es verdad que en la mayoría de los productos aparece eso de "manténgase refrigerado una vez abierto" pero esa etiqueta la mayoría de las veces no aporta más que confusión, por ejemplo, ¿qué hacer si te encuentras un frasco de tomate abierto, y caes en la cuenta de que se quedó fuera de la nevera desde el día anterior? pues te asaltan las dudas ¿estará todavía bueno?, ¿esa capita verde será parte del tomate?



Aunque nadie lo va a admitir, lo más habitual en esa situación es volver a poner el frasco en la nevera y actuar como si nada hubiera pasado, al fin y al cabo, y como último extremo, siempre le harás un favor a un estreñido.