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175. Miércoles, 10 Septiembre, 2003



Capítulo Centésimo septuagésimo quinto: Si uno sueña que está en el mar, ¿tiene un sueño mojado?



Giacomo Casanova siempre presumió de que su gran "prestigio amatorio" era debido a la cantidad de chocolate caliente que bebía. Cómo en los mil-setecientos no existían programas de esos "testimonio", tipo Ana-Rosa-Quintana, Mari-Tere-Campos o "Crónicas-Murcianas", no hay demostración en primera persona de que eso fuera así, algo como "mi amante es una bomba sexual por el chocolate caliente", por ejemplo.



Pero más de trescientos años después tenemos la confirmación del hecho. ¡Para que luego digan que no existen los alimentos afrodisíacos! Un pueblo en Sri Lanka vive en completa tensión a causa de un mono obsesionado con el sexo.



Y todo por comer chocolate.



La cosa empezó cuando el simio robó varias pastillas de una tienda. A partir de entonces el primate persigue y ataca en público y sin pudor, a las mujeres, especialmente a las mujeres jóvenes, saltando sobre ellas sin previo aviso y aferrándose a sus cuerpos hasta que lo ahuyentan a palos y pedradas.



Como las "jovenas" cada vez se le resisten más y el chocolate todavía continua con sus efectos, el pobre mono ha empezado a atacar también a otros animales "más peludos" como gatas y perras, con el consiguiente "dis-gusto" de estos pobres animales.



No entiendo como rechazan de esa manera al pobre bicho, deberían de aprender de sus vecinos, los "Semais" una tribu que anda por Malasia y Borneo, allí todos saben que, resistirse al reclamo del sexo trae mala suerte. Rechazar un ofrecimiento de quien sea, para mantener relaciones sexuales, se considera algo equivalente a una agresión que puede volverse contra el pueblo en forma de castigo divino. La consecuencia es que basta decir que se quiere mantener relaciones sexuales con alguien para ser complacido.



Es fácil suponer que más de uno tendrá que dar número.