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182. Viernes, 19 Septiembre, 2003



Capítulo Centésimo octogésimo segundo: ¿Por qué a más altura desciende la temperatura si se supone que se está algo más cerca del Sol?



En la misma página del periódico donde explican como el Juez Garzón va a dictar una orden de "busca y captura" internacional contra "Isabel", no, "Pantoja" no, sino el huracán ese (dicen que hay un español en Florida que puede verse afectado), he visto un anuncio donde piden hombres apuestos, discretos, sofisticados y buenos conversadores, ¡vamos mismamente yo! Sólo hay un pequeño requisito que creo que no cumplo, tener flexibilidad y mucha resistencia, algo que a una edad tan "delicada" como la mía no es nada fácil.



No todo el mundo puede ejercer esta actividad. Hay que responder a un modelo físico y cultural que complazca a la sofisticada clientela que hará uso de mis servicios. El empleo es de "gigoló", es decir, que en vez de mendigar un morreo con un extraño pues vendes los tuyos a precio de oro.



Casi siempre, los secretos mejor guardados de la gente están relacionados con algún tema sexual, detrás de la cándida apariencia de las personas que nos rodean se suele esconder una cara oculta. El juego de la doble vida es para muchos la faceta más "arriesgada" de su aburrida existencia y pagar por sexo es una de las opciones más frecuentes, Y yo estoy dispuesto a cumplir cualquier fantasía bajo una estricta confidencialidad.



Sé que la competencia va a ser dura, las ofertas del amor alquilado son infinitas: jovencitos extravagantes, cachas anabolizados hasta los dientes, universitarios inexpertas, mulatos exuberantes, rubios nórdicos viciosos, travestidos imaginativos, adonis para todos los gustos.. la oferta es inmensa.



El secreto para triunfar está en la "especialización", como las tiendas pequeñas, y esta mañana, mirándome al espejo he comprendido donde tengo mi potencial mercado de clientes, está claro que con este cuerpo solo podré hacer negocios en una convención de la ONCE.