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192. Viernes, 3 octubre, 2003



Capítulo Centésimo nonagésimo segundo: Noé fue un hombre muy importante en la historia, ¿cómo se llamaba su mujer?



Una de las principales aspiraciones de cualquier persona seria y sensata desde el principio de los tiempos ha sido la de poder impresionar al jefe para no tener que pegar un palo al agua.



Enseñar a tu, laboralmente hablando, "amo", a que no te pierda la estima a pesar de que te pases todo el día intercambiando comentarios en las bitácoras, es como hacer el amor cuando uno es viejo: lleva mucho tiempo, no suele ser conveniente que lo vean los "compañeros" y, sobre todo, hay que tomárselo con mucha, mucha calma.



La primera opción es desnudarse, pero esta sólo conviene realizarla delante de él, si uno ha opositado recientemente a bombero, ha salido en el desplegable del "Play Girl", o el último trabajo fue como compañero "copulante" de Jeff Striker. Como no suele ser el caso y además, uno no tiene porqué conocer los gustos sexuales del jefe y lo mismo es de esos tipos raros, que haberlos, haylos, a los que les gustan las mujeres, mejor pasar a otro punto.



Hay una regla de oro que dice "nunca eclipses al amo", y hay que llevarla a rajatabla, jamás hay que desplegar todo el talento de uno ya que se puede lograr lo contrario de lo buscado y terminar por inspirar miedo y desconfianza. Conclusión: hazte pasar por tonto, te mirará mucho mejor y te dejará tranquilo.



Como no hay verdades absolutas y cada jefe es un mundo, si la estrategia anterior no ha servido se puede aplicar la contraria. Hazte el enterado y cada vez que hables con él usa palabras de esas que nadie entiende para acabar formando frases sin mucho sentido pero dichas con todo el convencimiento del mundo. Como es el jefe no se atreverá a decir que no te ha entendido nada y te acabará dejando libertad para hacer lo que quieras, que es de lo que se trata.



Si todo lo anterior no ha servido, nos queda la última estrategia, esta no falla: hay que rodearse de amigos influyentes. No hay nada como ser amigo del superior del jefe, de la hija del jefe, del amante del jefe.. para no hacer nada, o mejor aún para que le asciendan a uno y ¡por fin! saber lo impresionante que resulta, siendo jefe, no tener nada que hacer, excepto explotar al resto.