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204. Martes, 21 octubre, 2003



Capítulo Ducentésimo cuarto: ¿Por qué los "donuts" tienen un agujero en el centro? ¿Dónde está el trozo del centro? ¿Pagamos también el volumen de aire que queda?



La mayoría de las veces la línea que separa el triunfo del fracaso es muy fina, lo que un día no era más que un completo desastre, puede convertirse, de la noche a la mañana y por el motivo más insospechado, en un rotundo éxito.



La tienda del "Donking Donuts" que abrieron en mi calle a principios de año cerró a primeros de agosto, parece que la gente no estaba por la labor de mojar en el café un donut en vez de una buena "porra", o unos churritos recién hechos.



Pero si hubiera aguantado algunos días más, sólo algunos días más, el negocio se hubiera disparado, y esos hermosos donuts del escaparate que cada vez se parecían más a faldas de adolescente anoréxicas, hubieran triunfado, quizá no para mojarlo en el café, pero su venta estaría asegurada.



Resulta que poco después de cerrar por ruina evidente, me entero de una nueva moda que está causando furor entre las parejas de cualquier sexo y condición y que, alentada desde el Cosmopolitan, da un giro insospechado a la industria de la bollería fina.



La cosa no por simple deja de tener su "aquel", se trata de "adornar" el pene de la pareja con un donut, mordisquearlo por los alrededores, lamerlo de vez en cuando, y, con las miguitas y el azúcar que quedan en la boca, cosquillear el glande.



Digo yo que en vez de cerrar, hubiera bastado con que se les hubiera ocurrido echarle un poco de marketing al asunto y haber hecho donuts con los agujeros de varios tamaños para "globalizar" la cosa, por ejemplo.



Por cierto, tengo que apuntar en la agenda: comprar media docena de donuts para esta semana.