-   


  

 
214. Martes, 4 noviembre, 2003



Capítulo Ducentésimo decimocuarto: ¿Por qué cuando las madres tienen frío le ponen el jersey al hijo?



Hay cosas que uno descubre al cabo de los años de pura casualidad y todo empieza a encajar de repente. Resulta que un buen día, en esos intermedios de una película de televisión, dónde te da tiempo a leer "crimen y castigo" y tres "holas" atrasados, te enteras que en la Edad Media se usaban los testículos de toro como uno de los mejores remedios contra la impotencia masculina.



Y claro todo acaba encajando, que para eso uno de pequeño comió todas las veces que se lo ponían, que dicho sea de paso, eran bastantes, uno de los platos típicos de su tierra: las criadillas.



Los que somos de provincias pobres sabemos lo bien aprovechados que están los recursos de la tierra, si por Cáceres elaboran de mil maneras los lagartos, que para eso abundan, en Salamanca todo lo que tenga que ver con el toro tiene su plato asociado, incluidos los testículos del pobre bicho que, para que no sonara demasiado duro cuando se cocinaban se convertían, como por arte de magia, en "criadillas".



Mira tú por dónde algunos sacrificios acaban teniendo su recompensa, así, y por esos malos ratos que pasé comiendo aquello que nunca llegó a gustarme por mucha salsa que le pusieran, hoy puedo ahorrarme un "güevo" y parte del otro (nunca mejor dicho) en Viagra, Cialis, Uprima, Levitra y demás pastillitas milagrosas.



Por cierto, si los testículos de toro se usaban para la impotencia masculina, para la esterilidad femenina se usaban los úteros de coneja, Digo yo que en mi pueblo o no había muchas conejas (animales) o no había muchas estériles (mujeres), que no recuerdo yo ningún plato con semejante ingrediente.