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231. Jueves, 27 noviembre, 2003



Capítulo Ducentésimo trigésimo primero: ¿A quien le preguntan los policías cuando se pierden?



No fumo, el único alcohol que he probado en mi vida ha sido el que traen de relleno algunos bombones y muy a pesar mío soy monógamo, (vale, más por obligación que por devoción, pero lo que cuenta en este caso es el resultado)



Bueno pues aún así cada vez que vengo al trabajo, es decir cada día de lunes a viernes, resulta que estoy sometido a un montón de circunstancias que ponen en peligro mi salud. Y ya sabemos que la salud es lo primero.



Fotocopiadoras, ordenadores, luces fluorescentes, pinturas de la pared, faxes y un largo e interminable rosario de aparatos que emiten radiaciones son los que me rodean. El resultado: futuro sufridor de depresiones, irritabilidades, dolores de cabeza, fatiga ocular, alergias, sarpullidos, mareos, cansancios crónicos, problemas digestivos, y hasta cánceres. Y no es ninguna broma, que está todo demostrado científicamente.



Está claro, sólo el hecho de venir a trabajar supone una misión de muy alto riesgo.



¿Es o no es motivo suficiente tanto peligro para que me concedan la baja? Bueno pues hay quien aún lo duda.. y es que hay gente muy mala.