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241. Viernes, 12 diciembre 2003



Capítulo Ducentésimo cuadragésimo primero: ¿Por qué cuando uno va al cine las personas cuyos asientos están más lejos del pasillo son las que llegan las últimas?



Lección práctica con vistas al fin de semana. Sólo vamos a necesitar unas pinturas de esas que son fácilmente lavables (eso sí, que no sean muy tóxicas). Un simple lápiz de labios, si no hay nada más a mano, nos viene al pelo, por ejemplo.



Las posibilidades son tan amplias como la imaginación, y el resultado, el de verdad, no el artístico, va a merecer la pena.



Se trata de pintar y ser pintado, jugar con formas abstractas, con dibujos naif, aprovechar los contornos del cuerpo desnudo, hacer de los pechos dos montañas, de la barriga un desierto y del ombligo un oasis, y ver como se va diluyendo todo con la excitación de ser recorrido por unos labios que acaben "bebiendo" de ese "oasis" como si no lo hubieran hecho en tres meses.



Aunque bien mirado no hacen falta ni las pinturas, basta con escribir palabras en el cuerpo con la lengua, muy lentamente, dejando que adivinen que letra estamos escribiendo, empezando por la espalda y acabando por zonas mucho más interesantes.



Escribir "esternocleidomastoideo" con la lengua húmeda tiene que acabar en orgasmo irremediablemente. Por probar que no quede.. seguro que no van a decir nunca "pasapalabra".



Y si uno es tartamudo para que seguir...