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256. Lunes, 19 enero 2004



Capítulo Ducentésimo quincuagésimo sexto: ¿Por qué los tíos, ante determinadas "urgencias" recurren a señoritas profesionales habiendo en casi todos los sitios "salidas de emergencia" ?



Todo acaba teniendo una explicación, hasta lo más extraño resulta que tiene su "lógica" científica.



Leyendo por ahí (es bueno eso de leer cosas de vez en cuando), he descubierto la razón por la que este año, además de tener una salud de hierro, he vuelto a poder cortarme las uñas de los pies con la boca, vamos, mismamente como si me hubiera pasado la vida metido en vinagre, igual que aquel experimento del colegio dónde llevábamos un hueso de pollo que se ponía muy flexible después de reposar algún que otro día en el aliño de la ensalada.



Que dice una tal "Sociedad Psicológica Británica" que escribir acelera la curación de las heridas, las del cuerpo y las del alma, pero que hay que tener cuidado con lo que se escribe, que no todo da el mismo resultado.



Los expertos pidieron a 18 pacientes que escribieran sus peores experiencias durante tres días y a otros 18 que escribieron sobre temas banales. Tras el ejercicio, todos fueron objeto de una pequeña punción en un brazo.



Bueno, pues dos semanas después, el primer grupo (el de sus peores experiencias), tenía cicatrices menores que el otro. Además los que habían tardado más en sanar tenían mucho mayor nivel de estrés.



Está claro, contar en este diario mis espeluznantes experiencias laborales, como hago yo aquí cada día, está siendo la mejor terapia contra cualquier enfermedad.



Nada puede superar al horror de tener que describir esa atroz, sanguinaria y brutal sensación que es "estar en el trabajo".. bueno, hay quien dice que quizá "trabajar", pero hay fronteras en las que, hasta la peor persona del mundo, sabe que no deben de ser traspasadas.



Y menos un lunes.