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287. Martes, 2 Marzo 2004



Capítulo Ducentésimo octogésimo séptimo: ¿Por qué se empeñan en decir que el amor es algo una cuestión "química" cuando está claro que es "física"?



Pensaba yo que sólo era de adorno -la ignorancia que es muy atrevida-, pero no, resulta que no, que esa costumbre que existe en muchos pueblos, sobre todo de Castilla, de colgar herraduras encima de las puertas, tiene su "aquel".



Y como me lo contaron os lo cuento.



Érase que se era, un herrero bueno de nombre Dunstan, al que un día se le presentó un hombre pidiéndole unas herraduras para calzar sus pies en forma de pezuña.



Dunstan al percatarse de que el cliente era el mismísimo Satanás, le convenció de que, para realizar el trabajo, era imprescindible que se encadenara a la pared.



Una vez bien sujeto, el herrero le hizo tanto daño que el diablo acabó suplicando misericordia.



Dunstan llegó a un acuerdo con él: le liberaría si juraba que jamás entraría en una casa donde hubiera una herradura colgada sobre la puerta, y Satanás aceptó.



¿Servirá el mismo método para mantener alejado al jefe?, al fin y al cabo no hay tanta diferencia entre uno y otro.



Yo por si acaso voy a poner unas cuantas herraduras a la puerta.