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308. Jueves, 1 Abril 2004



Capítulo Tricentésimo octavo: ¿Por qué las sillas, que tienen "brazos", no tienen "piernas" en vez de "patas"?



Existe una leyenda urbana, que espero no comprobar nunca, que dice que los bisexuales, por el simple hecho de serlo, tienen el doble de oportunidades de ligar que el resto de los mortales.



La verdad es que se me hace muy cuesta arriba que alguien con el buen gusto que implica que te gusten los tios, sea tan "extraño" como para andar también con mujeres. No sé que se le puede pasar a esa clase de personas por la cabeza en esos momentos, para hacer ese tipo de barbaridades, pero desde luego no seré yo, tolerante y respetuoso con los masoquistas donde los haya, quien los critique.



Otra cosa sería que uno se levantara por la mañana y pudiera decidir el sexo que se va a poner, suena el despertador y mientras te duchas dices: "hoy quiero ser mujer", pues hecho, o "esta mañana quiero ser hombre", pues arreglado.



La idea no es tan descabellada como parece, ya existen modelos en la naturaleza que lo consiguen, por ejemplo las ostras. Estos animalitos pueden cambiar de sexo varias veces a lo largo de su vida, todo depende de la cantidad que haya de un mismo sexo: si proliferan las hembras, la mitad se vuelven machos y, a la temporada siguiente, si hay muchos machos, se vuelven hembras.



Hasta ahora no se conoce el mecanismo por el que se produce el cambio y por qué ocurre en una determinada cantidad de ejemplares y no en otra, pero en cuanto lo descubran, seguro que lo empaquetan y lo venden en las farmacias.