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  337. Lunes, 24 Mayo, 2004

 
Capítulo Tricentésimo trigésimo séptimo: ¿Por qué existe la estadística como ciencia si todos sabemos que las posibilidades de que ocurra cualquier cosa es siempre del 50%: "o sucede o no sucede"?

Cuando el instinto sexual se activa, son ellas las que van en busca del macho.

Lo encandilan con ronroneos parecidos a los de los niños cuando quieren jugar, se revuelcan por el suelo, consiguiendo así apaciguar el poderoso instinto del macho que empieza a acercarse confiado.

Sin embargo, una vez que ella lo ha conseguido y realiza la monta, monta que apenas dura diez o doce segundos, le lanza un zarpazo con sus peores intenciones que hace que el macho salga despavorido..

Pero al cabo de varios minutos la hembra recupera sus actitudes infantiles y vuelve a intentar encandilar al macho, que se deja seducir de nuevo.

Estos encuentros duran varios días en los que llegan a copular hasta setenta veces seguidas, encuentros que apenas abandonan para salir a cazar, juntos o por separado, piezas de las que sólo se comen el hígado, para reponer energías y continuar.

No es la apasionante historia de Humma y Emilio que nos tiene a todos sin uñas, sino el apareamiento de los grandes felinos, todos con características muy parecidas entre sí, ya que, menos los leones, los demás son profundamente solitarios y agresivos, capaces de matar y devorar a sus propias crías.

Y como casi siempre, son las hembras las que controlan completamente la situación, en estos casos incluso de una manera más descarada, de hecho, las "felinas" son las únicas hembras de mamífero que, después de la cópula, son capaces de devorar a su "amante" como si tal cosa.