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  351. Viernes, 11 Junio, 2004

 
Capítulo Tricentésimo quincuagésimo primero: ¿Por qué nunca venden libros en el "top-manta"?

Cuentan que la madre de Lola Flores, en el primer viaje que hizo con "la niña" a las Américas, quiso cocinar un guiso en pleno pasillo de la clase turista aduciendo que siempre que salía la niña, tenía que comer como en casa.

Naturalmente no se lo permitieron por más que protestó. No podía entender que no se pudiera comer -comer en el sentido de "comer de verdad", claro- en un sitio en el que se iban a pasar más de doce horas.

A mí lo de la comida me da igual, un cuerpo tan "recojidito" como el mío con cien gramos de alpiste cubre ampliamente sus necesidades, pero si quiero pedir que por una vez, aunque sólo sea por una vez, me atiendan "ellos" en vez de "ellas".

Sé que no es a propósito, aunque empiezo a tener mis dudas, pero por probabilidades alguna vez me tenía que haber tocado "azafato" - y lo de "tocar" no tiene que ser, al menos en principio, en un sentido literal- en vez de "azafata".. bueno pues jamás de los jamases.

Por cierto, que al principio de "azafatas" nada de nada, las primeras que hicieron este trabajo eran enfermeras que en 1930 contrató la Boeing United para atender a sus pasajeros. Las llamaron "Chicas del cielo", aunque ellas preferían definirse como "mujeres competentes para repartir aspirinas a los pasajeros nauseabundos".

A ver si hoy hay suerte. Hasta el lunes.