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  352. Lunes, 14 Junio, 2004

 
Capítulo Tricentésimo quincuagésimo segundo: ¿Por qué no se usa como método anticonceptivo esterilizar a las cigüeñas?

Si hay habido una "necesidad", más allá de las fisiológicas básicas, que preocupe al hombre y a la mujer, especialmente a la mujer, a lo largo de toda su historia, esta ha sido la de poder controlar su natalidad. Lo último: el "chip" igualito, igualito, que el que se coloca en el cuello del perro, pero puesto en el brazo de la mujer.

La cosa viene de largo, ya en el año 1850 a.C. -ni yo había nacido entonces- se usaba en Egipto mezclas de estiércol de cocodrilo y miel, o esponjas impregnadas en la vinagre que se introducían en la vagina para impedir que los espermatozoides alcanzaran su objetivo.

La revolución llegó en mayo de 1960 cuando se aprobó el primer anticonceptivo oral, el "Enovid", mezcla de progesterona y estrógeno, y que garantizaba, con todos sus defectos, el control de la natalidad por parte de las mujeres.

Desde entonces, toda avanza sobre el mismo supuesto, es decir, intentar "engañar" al cerebro y hacerle creer que el feto está alojado en el útero para que no se produzca la ovulación.

Lejos quedan hoy "consejos" como los que , -y tampoco hace tanto- daba el científico británico Thomas Ewel en 1850. Muy original y seguro él, recomendaba a las parejas que no quisieran tener hijos, sumergirse en grandes tinajas llenas de ácido carbónico mientras realizaran el coito.

Para gustos..