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  380. Martes, 10 Agosto, 2004

 
Capítulo Tricentésimo octogésimo: ¿Por qué no inventan un deporte en el que no gane nadie?

Según una encuesta de esas que hacen cada dos por tres y que sólo valen para pasar el rato mientras uno las lee, un 52% de las mujeres de Israel ve películas porno, el 39% de las rusas prefiere mantener relaciones sexuales la primera noche que conoce a alguien, y el 94% de las italianas valora más a un chico encantador y educado que a un experto en la cama.

Está claro que para gustos se hicieron colores y que todo es perfectamente válido siempre y cuando la otra persona con la que lo hagas esté de acuerdo.

Un punto este que, de todas las formas, presenta, al menos legalmente, algunas sombras en ciertos casos más o menos particulares.

Por ejemplo, desde hace muchos años en la mayoría de los países la zoofilia no está perseguida penalmente y claro, los intereses de la "pareja" en esos momentos pueden no ser los mismos y, lo que es peor, la "elegida" en cuestión, no poder hacer nada para impedirlo...

Y si no que se lo pregunten a aquella pobre señorita rubia a la que tan tiernamente acosaba King Kong, que por cierto murió ayer a los 97 años, -la señorita no King-Kong-, uno de los amores más imposibles que en el cine han sido.

Aunque hay para todos los gustos, según consta en los archivos históricos aragoneses, un tal Juan María Zaragoza fue condenado en 1883 a servir en la Marina por mantener un romance apasionado con una mula.

Pero no fue castigado por la relación en sí, sino porque no hizo caso del tercer apercibimiento por parte del dueño de la mula.

Menos mal que siempre hay algún resquicio legal capaz de enmendar las normas.. aunque también es verdad que nadie le preguntó a la mula si "lo suyo" era correspondido, al fin y al cabo también en el mundo de las mulas puede servir eso de "para gustos se hicieron colores.."