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  432. Lunes, 15 Noviembre, 2004

 
Capítulo Cuadringentésimo trigésimo segundo: "Hagan el favor de prestar atención, lo haré una sola vez". (Ling Pao, 35 años, instructor de vuelo práctico en una escuela de kamikazes)

Dejando a un lado el "pequeño" detalle de que como no sé conducir, (ni pienso aprender), no me queda otro remedio, hay miles de razones por las que estoy "abonado" al transporte público.

Una de las principales es poder practicar, sin la menor discreción, el placer de mirar.

Cada vez que subo al metro o al autobús me sorprende ver que soy el único que mira. La gente lee, dormita o tiene la mirada perdida en algún punto del infinito perdiéndose algo tan "importante" como diseccionar cada rostro, cada ojera, cada arruga, cada gesto, al fin y al cabo, páginas de libros anónimos que merecen ser leídos.

Ayer me senté enfrente de una pareja de ancianos, iban vestidos de "domingo", él con un traje impecable y un bastón entre las piernas, ella con un broche en la solapa a juego con su vestido granate.

Iban cogidos la mano, apoyando sus cabezas el uno sobre el otro, quizá para poder escucharse mejor, hablaban animadamente y no dejaron ni por un momento de mirarse con una indescriptible ternura.

Es en esos momentos dónde uno llega a comprender que la "Felicidad", con mayúsculas, existe.

Aunque como todo lo bueno, sea sólo a ratos y en muy pequeñas dosis.

Va de lunes, con un ojo cerrado y el otro que se niega a entender que ya es la hora de abrirse.

Buenos días.