Capítulo Cuadringentésimo trigésimo quinto: "Un egoísta es aquel sujeto que se empeña en hablarte de sí mismo cuando tú estás muriéndote de ganas de hablarle de ti. (Jean Cocteau, 1889-1963)
No, las tragedias de los ritos navideños no se reducen sólo al "apuro" de la nochevieja de hace
dos post, ni mucho menos. Hay más, muchos más.
Hoy: el misterio de las "divertidas" comidas navideñas de empresa, que no le gustan a nadie.. pero a las que casi todos se apuntan.
Cómo uno no tiene bastante con las horas diarias viendo las mismas caras, venga, unas cuantas más de
camaradería y
buen-ambiente-laboral en uno de esos restaurantes recomendado por la mujer de un primo del de administración y que está muy bien de precio.
Desde luego esos son los que de verdad se forran con la coña esta.
Siempre es igual, se come mal pero se bebe a saco, lo cual, mezclado con el repentino afán navideño, acaban formando una explosiva combinación que empieza a manifestarse cuando el "
simpático" de recursos humanos, ese que te ha estado todo el año tocando las narices, propone jugar al inevitable "
amigo invisible".
Y es más o menos por aquí cuando empieza la verdadera esencia de estas comidas: los "
ejercicios de aproximación". No son pocos los "
compañeros" a los que la efusividad navideña les ha nublado su rigor habitual y se dejan llevar por sus impulsos de camaradería para "
cortejar" a la última que ha entrado con contrato temporal, esa tan "
buena" que se pinta la raya del ojo por dentro, no te digo más nada.
Y según avanza la comida la cosa se va animando.
No falta el que entre plato y plato se empeña en hacer una demostración de karaoke cantando a pelo la discografía completa de
Camilo Sesto, el que se suelta la
pluma mientras se empeña en imitar a los
Village People, o que salga a flote la verdadera personalidad de la recatada señora de la centralita, convertida en una provocativa tigresa empeñada en que los demás vean, precisamente ahora, sus "
tesoros" tan guardados el resto del año.
Pero lo mejor es el día siguiente, cuando ya desciende por "
evacuación" casi todo el fervor navideño y las cosas vuelven a la rutina.
Es entonces cuando más de uno se pasa la mañana concentrado a ver como le explica al chico nuevo, ese jovencito de vaqueros tan ajustados que trabaja en
contabilidad, que cuando le dijo lo de
"te lo comería entero" se estaba refiriendo a su
envidiable-espíritu-navideño, que él está casado y muy bien casado, quiere mucho a su mujer, y de mariconadas, las justas.