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  470. Miércoles, 19 Enero, 2005

 
Capítulo Cuadringentésimo septuagésimo: "A las gallinas habría que darles de beber agua hirviendo para que pusieran los huevos cocidos". (Ernesto R., 7 años. estudiante)

Como mi cultura culinaria se reduce a apretar un botón en el microondas, tengo yo una cierta afición a aprender de las recetas de cocina que traen las revistas, especialmente esas que se anuncian como "...cocina sencilla que puede hacer usted mismo en un día cualquiera".

No soy yo quien para ponerle pegas a estos reportajes, pero ya de entrada me parece poco "sencillo" que en la mayoría de ellos y para cocinar un "aquí te pillo aquí te como", necesiten un cocinero, unos cuantos ayudantes, un fotógrafo y un estilista.

Y eso como mínimo.. mal empezamos.

Luego viene el nombre del plato, talmente sencillito estilo: "flauta de calabacín y anchoas con espuma de aguacate" o "lengüecitas de canario con salsa de albaricoque amargo en un lecho de coulis de tomate"..

Y piensas, bueno, menos las "lengüecitas de canario" que digo yo que se podrán sustituir por "spaguetti", lo demás no es difícil encontrarlo.

Pero la cosa se complica cuando empiezan con la "elaboración": picar en "juliana" el aguacate, "tamizar" finamente el albaricoque o "emulsionar" el tomate con el aceite, como que suena más a métodos de tortura china que a cosas para hacer con un calabacín.

Como no soy de los que suelen llevar un diccionario gastronómico de bolsillo en el sitio dónde, lógicamente, se debería de llevar un diccionario gastronómico de bolsillo, es decir en el bolsillo, suele ser justo en este punto cuando me pierdo en la explicación de tan "sencillas elaboraciones" y opto por pasar de página y empezar a leer el habitual artículo que suele venir después sobre las "99 maneras de ponerlo a 100"

Y luego dirán que comemos muchos congelados.. si es que dónde esté un buen microondas...