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  471. Jueves, 20 Enero, 2005

 
Capítulo Cuadringentésimo septuagésimo primero: "Engañar a los hombres de uno en uno es bastante más difícil que engañarlos de mil en mil; por eso el orador tiene menos mérito que el abogado o el curandero". (Felipe H. 38 años, vendedor de electrodomésticos.)

A pesar de venir de una familia dónde la mayoría de sus miembros eran, y algunos siguen siendo, fumadores empedernidos, nunca se me ha pasado por la cabeza probar un cigarro.

Y nos ahorraremos el chiste de que uno prefiere chupar otras cosas, que, además de estar muy visto, es algo que se sobreentiende.

Sin embargo, el que uno no se meta nada en la boca que contenga nicotina (al menos de forma consciente) no quita para que me parezca de muy mal gusto esos cartelitos que, desde hace tiempo, se les ha ocurrido poner en los paquetes de tabaco, carteles que más que advertencias parecen esquelas funerarias.

La cosa ha llegado a tal extremo que hay sitios dónde sacar un paquete de tabaco hace que los que no fuman, pongan la misma cara que si les hubieran sacado un rifle del 36, algo hasta cierto punto lógico, acostumbrados como estamos a leer la infinita ristra de problemas que puede causar un cigarro.

Ya lo sé, fumar es malo, malísimo, pero para mí que los carteles exageran un poco, por ejemplo, a ver ¿cómo se come eso de leer a todas horas que "fumar provoca impotencia" cuando todos sabemos que antes casi todos los hombres fumaban como corachas y casi todos acababan teniendo familia numerosa?

Y si lo comparamos con lo poco que se fuma ahora y los pocos hijos que nacen.. .. las conclusiones a las que podemos llegar, seguro que precipitadas, seguro, no parecen que estén muy de acuerdo con lo que nos están queriéndonos "vender".