-   


  

  472. Viernes, 21 Enero, 2005

 
Capítulo Cuadringentésimo septuagésimo segundo: "La tontería se coloca siempre en primera fila para ser vista; la inteligencia detrás para poder ver." (Isabe de Wied 1843-1916, bajo el pseudónimo de "Carmen Sylva", reina de Rumania)

Aunque a esta bitácora (que gracias a los "pícaros" de turno parece que se ve en algún sitio más, por cierto aprovecho para saludar) le acompañe cierta fama de "indecente" y "licenciosa", por aquello de tratar con alguna asiduidad contenidos impúdicos, no deja de ser más el ruido que las nueces.

Y la prueba está ahí, ni un solo día durante toda esta semana aparece tema alguno que tenga que ver con la lujuria de la carne.

Pero como una semana sin "pecar" no deja de ser un tiempo más que razonable, y hasta excesivo, para determinadas necesidades fisiológicas, hoy, aprovechando que es viernes y andamos más relajaditos, toca sexo.

Y "toca" a lo grande.

Y no sólo "grande" por la "altura" del personaje, nada más y nada menos que todo un señor rey, sino por otro tipo de "grandeza" que le causó al pobre más de un problema, a él y, sobre todo, a sus señoras esposas.

Según detallan las crónicas, Fernando VII (1784-1833) contaba con un órgano genital de dimensiones tan desmesuradas, que hizo aconsejable que la reina María Cristina, su cuarta y última esposa, tomase medidas preventivas por prescripción facultativa.

La reina cada vez que tenía que "cumplir" con sus deberes conyugales y por estricto consejo médico, interponía una almohadilla agujereada a la entrada de su vagina

Hasta el lunes y, por favor, si alguien quiere poner estas chorradas en otra bitácora como suyas, al menos que las "adorne" un poquito, seguro que le quedarán mejor.