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  507. Viernes, 11 Marzo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo séptimo: "Lo bueno de la meditación es que convierte el no hacer nada en algo respetable". (Paul Dean, 1913-1981, jugador de baseball estadounidense)

Aunque las aventuras sexuales no son para contarlas, sino para disfrutarlas, siempre ha habido "maestros" empeñados en describirnos, con pelos y señales, sus "historias" eróticas.

Y menos mal, al fin y al cabo es la única manera de que los pobres inocentes podamos llegar a saber "esos" trucos que hicieron de ellos unos verdaderos ejemplos a seguir.

Giacomo Girolamo Casanova de Seingalt, (Casanova para los amigos) se jactó públicamente de haber seducido a miles de mujeres, preferentemente esposas e hijas de sus amigos.

Según él mismo cuenta en sus "memorias", el secreto de su resistencia física y de su apetito amatorio residía es la sobredosis de ostras, no menos de cincuenta, con que se desayunaba cada mañana.

Claro que no sé yo hasta que punto se puede fiar uno de sus "consejos", sobre todo teniendo en cuenta que un poco más adelante y en esas mismas "memorias", relata que para no dejar embarazadas a sus muchas "entusiastas" recurría a un anticonceptivo "infalible": introducir una canica de oro de 60 gramos en la vagina de sus amantes.

Lo de comer ostras bueno, pero decirle a la señora o señorita de turno que se meta una canica para no quedarse embarazada.. como que parece un poco fuera de lugar.

Desde luego, cada vez encuentro más ventajas a no tener ninguna necesidad de conocer, bíblicamente al menos, al otro sexo.

Hasta el lunes.