Capítulo Quingentésimo cuadragésimo segundo: "Nadie es perfecto: los errores de los cocineros se tapan con mayonesa, los errores de los albañiles se tapan con cemento, y los errores de los médicos se tapan con tierra". (Felipe P. Médico del servicio de urgencias de un "cierto" hospital del sur) Nueva York 1972, estreno de la ópera "
Muerte en Venecia", todo un éxito y no sólo para su compositor
Benjamín Britten, sino también para el cantante para el que había sido compuesta la obra:
Peter Pears.
Conversación en el camerino que ambos compartían, el autor se dirige al aclamado "divo":
"Eres el mejor cantante de todos los tiempos. ¿Qué he hecho yo para merecer merecer el haber escrito para un artista y un hombre como tú?".
Respuesta de
Peter:
"Eres tú quien me lo ha dado todo. Yo soy el portador de tu obra y vivo en tu música"
Benjamín Britten y
Peter Pears se habían conocido en 1937, 35 años antes. Por aquel entonces el tenor era un hombre de 27 años muy extrovertido que cantaba en el coro de la BBC, mientras que
Britten con 24 años y de carácter mucho más reservado, hacía sus primeros pinitos como compositor.
Pertenecían ambos a la burguesía más conservadora y vivían su orientación sexual con toda la discreción que requerían unos tiempos donde la homosexualidad estaba consideraba una perversión denigrante y contagiosa.
La amistad entre
Britten y
Pears surgió en el primer encuentro que ambos tuvieron y se desarrolló en principio sin que ninguno de los dos expresara sus sentimientos. Empezaron a compartir apartamento aunque conservaban su independencia, sus amistades y sus relaciones. La convivencia se fue convirtiendo en amistad, la amistad en amor y el amor, en sexo.
Ambos eran pacifistas convencidos, (llegaron a participar en recitales a beneficio de los republicanos españoles, como el que dieron en 1937 en
Cambridge), y al estallar la segunda guerra mundial embarcaron hacia Estados Unidos huyendo de aquel despropósito.
Aunque en America y en esta época las parejas homosexuales no eran raras entre artistas, ellos no exhibían su amor y preferían pasar desapercibidos. Sólo sus amigos sabían el dolor que experimentaban durante las separaciones forzosas a las que estaban sometidos por su trabajo.
En una de ellas
Britten escribe:
"Cariño, para mí sigues siendo el mismo joven reidor que me enamoró, te quiero más de lo que podrías imaginar. Me siento incompleto al separarme de la mitad de mí mismo".
Y
Pears le contesta:
"Vuelvo a casa cantando porque sé que me espera una felicidad celestial".
En 1972, el año del estreno de
"Muerte en Venecia" y después de 35 años juntos ambos seguían manteniendo su amor como el primer día. Fueron fieles el uno al otro desde el momento de su compromiso. Sólo la muerte de
Britten en 1976 pudo romper la pareja, aunque
Pears se mantuvo fiel a su recuerdo los 10 años que le sobrevivió
Y ahora ya puede venir el
tonto del haba habitual diciendo que las relaciones homosexuales son promiscuas e inestables "
por naturaleza".