-   


  

  552. Miércoles, 25 mayo, 2005

 
Capítulo Quingentésimo quincuagésimo segundo: "Para no golpearse con el martillo en los dedos al clavar un clavo en la pared lo único que hay que hacer es agarrar el clavo con las dos manos". (Manuel H., 8 años, estudiante)

Algo falla.

Mientras todos los manuales de sexología se empeñan en decir que la "comunicación" entre los miembros de la pareja es esencial para que ésta funcione, desconsejan que cualquier hombre, (entendiendo "hombre" como "ser animado racional" y no sólo "humano del sexo masculino") en la habitual (para unos más que para otros) situación del "después de " pregunte algo tan normal como es eso de "¿qué tal he estado"?

Por más que uno lo esté deseando... que suele estarlo.

Dicen que no es bueno, que la mayoría de los animales (incluidos los "hombresserhumanoracional), que cantan, gritan, silban y despliegan todos sus encantos para advertir del celo, enmudecen después del encuentro amoroso y que en esos momentos lo importante son las caricias y las atenciones sin que resulte precisamente muy "romántico", hablar sobre ello una vez que ya ha pasado.

Bueno, pues no, no todos los animales son así y no estaría de más que aprendiéramos de algunos de sus comportamientos, seguro que evitábamos más de un malentendido.

Por ejemplo de las babuinas, -tan "monas" ellas en el ámplio sentido de la palabra-, que después de copular se ponen a emitir gruñidos de satisfacción, más intensos cuanto más alto haya dejado el listón su pareja.

Esta "efusividad" tiene su lógica ya que con ella pretenden conservar al compañero elegido, compañero que entienden, por sus "habilidades", como el mejor padre para fertilizar a sus hijos, disuadiendo ya de paso a otros pretendientes que se le puedan acercar.

La próxima vez habrá que cambiar el cigarro o la ducha del "después de" por unos cuantos aullidos.. siempre que la "faena" se lo merezca, que en esto de "tocar el cielo", especialmente entre el sexo femenino, parece que hay mucho fraude.

Ya decía Candice Bergen, una actriz sueca especialista en el tema, que no hay nada más fácil que fingir un orgasmo:

 "Quizá no sea una gran actriz, pero soy la mejor para los orgasmos en pantalla. Respiras intensamente diez segundos, mueves la cabeza a un lado y a otro, simulas un leve ataque de asma y te mueres un poquito".
Ellas se lo pierden.