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  569. Lunes, 20 junio, 2005

 
Capítulo Quingentésimo sexagésimo noveno: "La liberación de la mujer es una tontería enorme. Los que están discriminados son los hombres: no pueden tener hijos, y nadie puede hacer nada para cambiar eso" (Golda Meir, 1898-1974, política israelí)

Mi misoginia crónica, enfermedad de causa desconocida que padezco desde pequeñito, suele evolucionar en forma de brotes más o menos fuertes y más o menos frecuentes. Algo que les pasa a la mayoría de los trastornos mentales incluso bajo tratamiento

Aunque estos "brotes" tienen un origen desconocido, siempre hay unos determinados factores capaces de desencadenar la crisis y ser "lunes" es, sin duda, uno de los más "influyentes" para desatar uno de las gordos.

Resulta que las mujeres beduinas podían casarse con todos los hombres que quisieran sin ninguna limitación. Cuando se quedaban embarazadas, reunían a todos lo maridos y decidían cual de ellos iba a ser el padre más conveniente para el bebé.

Resulta que las mujeres de Esparta podían cometer adulterio pero siempre y sólo, con aquellos hombres que fueran más fuertes y altos que sus maridos.

Resulta que la reina Victoria de Inglaterra dictó varias leyes contra la homosexualidad. Pero cómo hacer cualquier referencia en ellas al género femenino le parecía escandaloso, las eliminó, de tal forma que no aparecía ninguna condena contra el lesbianismo. Así, mientras los homosexuales eran considerados como delincuentes, las lesbianas no podían ser nunca legalmente condenadas.

Estoy en un brote agudo de misoginia crónica y en un lunes de junio, una mala, muy mala combinación.

Así no voy a curarme nunca.