-   


  

tantas cosas para no hacer y tan pocas vacaciones 17

 
Hola, me llamo Peluche y soy cafeinómano.

Lo reconozco, no habré probado una gota de alcohol en mi vida, pero mi cuerpo soporta cada día, dosis de cafeína que rozan la exageración, algo que, digo yo, no puede ser muy bueno.

Que ya decía Paracelso, uno de esos tios listos, listos, listos: "todo es veneno y nada es veneno, todo depende de la dosis".

Eso sí, al menos comparándome con los alcohólicos, tengo una gran ventaja: mientras el café da claridad de ideas, el alcohol las obstruye.

De todas formas no estoy yo tan seguro de que el café en cantidades industriales sea un veneno, como se empeñan en decirme a coro, día sí y día también, y sino que se lo pregunten a aquel criminal al que el rey Gustavo III de Suecia condenó a tomarlo todos los días como castigo "mortal".

El rey estaba convencido de que el café era venenoso, y se empeñó en demostrarlo cogiendo dos presos, a uno le hizo beber café cada día, y al otro, té. Formó una comisión médica al efecto para que hiciera el seguimiento y sacara las conclusiones que no debían de ser otras según él, que el té era muy beneficioso y el café un veneno que mataba lentamente.

Pero la historia es extraña, y el experimento nunca pudo llevarse a término... o si, ya que primero murieron los médicos de la comisión, después el rey fue víctima de un atentado mortal; a continuación, a los 83 años, murió el bebedor de té, y finalmente el bebedor de café.

Me voy a tomar otro.