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tantas cosas para no hacer y tan pocas vacaciones y 19

  (... que ya mañana vuelvo al "directo")

Escribir suele ser un ejercicio de imaginación, pero también de experimentación. Para muestra nos puede bastar un botón: los "lipogramas", ni más ni menos que omitir deliberadamente en un texto las palabras que contengan determinada letra o grupo de letras.

Así dicho la verdad es que suena complicado de hacer, pero resulta que, después de leer un artículo sobre el tema en una revista empiezo a buscar algún texto que tenga esas características y resulta que me encuentro con un montón de ellos. Definitivamente, !hay gente "pa tó"!

Francisco Navarrete, por empezar con un español, publicó "Novela de los tres hermanos" sin utilizar la A más que en el título, y Gottlib Burmann versificó a finales del siglo XVIII sin usar nunca la R.

En 1969, el escritor francés Georges Perec publicó una novela, "La Disparition", en la que contaba la investigación policial de un supuesto caso de secuestro. Sólo al final de la historia se adivinaba que lo que se había esfumado en realidad era la letra E, que no aparecía ni una sola vez en las más de trescientas páginas del libro. En la versión española, publicada por Anagrama en 1987 y titulada "El secuestro", la letra desaparecida no es la E, sino la A, la vocal más utilizada en castellano.

Más difícil todavía, Alonso Alcalá, por el 1641 publicó cinco historias en las que había evitado una vocal en cada una. Así, "Los dos soles de Toledo" estaba escrita sin la A; "La carroza con las danzas", sin la E; "La perla de Portugal", sin la I; "La peregrina ermitaña", sin la O, y "La Serrana de Cintia" sin la U.

Repitió el experimento Enrique Jardiel Poncela, quien a finales de los años 20 publicó en el diario "La Voz" cinco cuentos en los que evitó determinadas letras. Por ejemplo en "El chofer nuevo", eludió las palabras que tenían A. El cuento comenzaba así:

  "Me lo cedió mi tío Heliodoro, y me lo recomendó de un modo muy expresivo diciéndome -";Es un chófer único en el globo, créeme! Si dispone de un buen coche, este hombre consigue prodigios enormes, que en un circo le hubiesen hecho rico".

En cambio en "Un marido sin vocación" no aparecía ninguna palabra que contuviera la E:

  "Un otoño, muchos años atrás, cuando más olían las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy reconocido atacó rudo y voraz a Ramón Camomila: la furia matrimonial."

Lo más curioso de todo es darse cuenta de cómo el hecho de prescindir de una letra puede pasar completamente inadvertido si uno lo lee sin estar avisado del tema. Cuantas cosas se nos pasarán todos los días por no fijarnos más en ellas.