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  608. Viernes, 16 septiembre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo octavo: "Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla". (Confucio, 551 a.C.- 478 a.C., filósofo chino)

Un viernes y a las puertas del otoño: aprovechemos el fin de semana. Los pobres también podemos ser románticos.

Primer problema: establecer exactamente que es "ser romántico". Hay quien considera romántico un viaje al Nepal para matar clavicordios y hay quien considera que lo más romántico del mundo es adornar su pene con un donuts y que su pareja se lo mordisquee poco a poco (por cierto que las miguitas y los restos de azúcar que van cayendo, hacen unas curiosas cosquilleas en el glande .-Vamos eso me han contado-).

Busquemos algo intermedio, algo más "estándar" pero que nos siga saliendo asequible, que este mes (como casi todos) no tenemos paga extra: por ejemplo regalar flores.

En una revista he encontrado una original y -sobre todo muy barata- forma de ser romántico con un simple trozo de papel y un cacharro con agua.

Se coge el papel y se recortan una o varias "flores" (la imagen vale más que mil palabras). Se doblan los "pétalos" hacia adentro y se ponen en agua.

En muy poco tiempo estas flores se van a ir abriendo lentamente y no porque, como dice la revista, el amor inunde el ambiente, sino que el agua "inunda" por capilaridad los pequeños espacios vacíos que hay entre las fibras del papel y se hincha, provocando que los pliegues se extiendan y se abra la flor.

Unos "nenúfares" caseros pero muy efectivos. Los pobres también podemos ser románticos.


Hasta el lunes.