Capítulo Sexcentésimo decimoctavo: "Entre dos explicaciones, elige la más clara; entre dos formas, la más elemental; entre dos expresiones, la más breve". (Eugenio d' Ors, 1881-1954, escritor español)Aparte de ginecólogo en el Vaticano, uno de los trabajos que siempre me había provocado más "
envidia" era el muy especializado (en la "
especialización" está el futuro) "
escritor de diálogos de cine; sección: escenas de sexo".
Pues mi gozo en un pozo: los guionistas que trabajan en las secuencias lúbricas de las películas no sólo se lo "
curran" -como cualquier otro hijo de vecino- sino que además, son buenos.
Aunque siempre hay excepciones (
Gérard Damiano, el autor de "
garganta profunda" jamás escribía los diálogos; prefería que los actores los improvisaran), he encontrado dos verdaderas joyas que demuestran lo "
profundo" que uno tiene que ser para dedicarse a escribir sobre sexo... al menos más allá de un "
oh dios" por el que ya no cobras ni un euro.
En "
Desmontando a Harry"(1997) un escritor interpretado por
Woody Allen confiesa sus paranoias y angustias existenciales a una prostituta de raza negra.
- El: "Tengo miedo, no tengo alma. ¿Me comprendes? ¿Tú sabes lo que es un agujero negro?"
- Ella: "Sí: con lo que me gano la vida".
¿Podría alguien con menos palabras describir "algo" mejor?
Más difícil todavía: primer fotograma en una película de 1926, argentina y muda; título: "
La hora del té". Antes de empezar alguna imagen en movimiento aparece un cartelito explicando lo que va a suceder. El texto reza así:
"Era un jardín sonriente,
era una rubia caliente, sin igual;
y era un pobre jardinero
que no encontraba agujero
donde su nabo plantar".
Eso sí que es
capacidad de síntesis abierta a la imaginación de lo que va a venir después y no la sinopsis de los "
efectos secundarios" que trae el prospecto del "
orfidal".
Con semejante competencia casi mejor me voy informando de lo del
ginecólogo vaticano. Hasta el lunes.