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633. Lunes, 24 octubre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo trigésimo tercero: "El exceso es el veneno de la razón". (Francisco de Quevedo y Villegas, 1580-1645, escritor español.)

Napoleón Bonaparte murió en 1821 y ya nada más "espicharla", una mano anónima le afeitó totalmente la cabeza y repartió sus cabellos entre cientos de sus seguidores.

A la vez, y de acuerdo a su propia última voluntad, su corazón fue preservado y entregado a su amada Mª Luisa quien lo guardó en un pimentero de plata junto a un trozo de su estómago que conservó en otro pimentero exactamente igual.

Una porción de sus intestinos acabó en el Real Colegio de Cirujanos de Francia aunque fue destruido por un bombardeo en 1940 durante la Segunda Guerra Mundial.

Su pene, de unos tres centímetros de longitud (sin comentarios) fue guardado por su confesor, cuyos descendientes intentaron venderlo en 1972 en una subasta organizada por Crhistie´s, en la que nadie pujó.

Posteriormente pasó al catálogo de la firma de venta por correo Flayderman, sin mucho éxito tampoco, hasta que finalmente un urólogo estadounidense lo compró en 1977 por 3.800 dólares.

Y luego los libros siguen hablando de él como un hombre triunfador, gran estratega, fuerte, inteligente, decidido y sobre todo un hombre "integro".

Pues "integro", lo que se dice "integro".. no sé yo.

Lunes, medio dormido y descuartizando al chiquitín de la mano en el pecho. Mal empezamos la semana.

Y encima no funcionan los comentarios. El lunes es así.