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  602. Miércoles 7 septiembre, 2005

 
Capítulo Sexcentésimo segundo: "Puede que el sexo no alargue la vida, pero la abstinencia la hace eterna" (Jane Birkin, 1946, actriz británica)

Los comportamientos sexuales minoritarios siempre han sido considerados aberrantes, desviados o perversos por una gran mayoría y aquellos que los practican (-amos), considerados "enfermos" y hasta etiquetados médicamente con el extraño nombre de parafílicos. (Un término que por cierto, y etimológicamente al menos, tampoco tiene ninguna connotación negativa: "para" en griego significa "al lado" y "philéo", "amar")

Sin embargo, y a pesar de los eternos pelmas empeñados en que todo lo que no sea la "posturadelmisionero" es de degenerados (tener un solo gusto, sea cual fuere, limita la expresión sexual que siempre es -o debería ser- diversa y variada), hay establecidos unos parámetros muy claros a la hora de distinguir a un parafílico patológico: aquel que no es capaz de disfrutar del sexo sin hacer uso de su parafilia, una parafilia que al invadir otros ámbitos le provoca trastornos en su vida cotidiana, de aquel otro que simplemente incluye juegos realizados dentro de los márgenes de la intimidad que le son propios, y siempre de acuerdo con su pareja o con su fantasía.

Sirva este sermón de disculpa introductoria para dar un repaso a algunas, sólo algunas, "costumbres sexuales algo extrañas" que existen por esos mundos de Dios y que tienen su nombre propio y todo:
Picacismo: Introducción de alimentos por la vagina o ano, para que el compañero los extraiga con la boca y se los coma.

Partenofilia: Atracción sexual por las mujeres que todavía son vírgenes.

Necrofagía: Excitación sexual al comer cadáveres.

Zoonecrofilia: Cualquier actividad sexual (no necesariamente coital) que se realiza con animales muertos.

Autopedofilia: Necesidad de ser tratado como un niño en las relaciones sexuales.

Clisteromanía: Alcanzar el placer sexual mediante el uso de lavativas.

Succustupración: masturbación que se practica chupándose los propios senos.

Hemofagia: Excitación sexual al ingerir de sangre menstrual.

Autoconsuerofilia: Coserse alguna parte del cuerpo con otra para excitarse.

Clastomania: Obsesión por romper siempre la ropa de la pareja.

Coitolalia: Hablar sin parar durante el coito

Autonecrofilia: Alcanzar el placer sexual comportándose como un cadáver.

Fonofilia: Excitación sexual al escuchar.

Pungofilia: Necesidad de ser pinchados por todo el cuerpo para lograr excitación sexual.

Dendrofilia: Obsesión morbosa por los árboles.

Autoungulafilia: Placer sexual obtenido al rascarse los genitales con fuerza hasta hacerlos sangrar.

Otro día, más; ¡qué mira que hay gente rara por la vida!

Claro que en cuestión de gustos nunca se puede decir "de este agua o beberé". Yo mismo por poco me doy a la succustupración al escuchar que este viernes no tenía que venir al trabajo, (!mal estoy yo encajando este año laboral!)

Un caso de fonofilia clarísimo.