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724. Miércoles, 15 Marzo, 2006

 
Capítulo Septingentésimo vigésimo cuarto: "A menudo me he tenido que comer mis palabras, y he descubierto que eran una dieta equilibrada (Winston Churchill, 1874-1965, político británico)

Más allá de cualquier concepción romántica de la "maternidad" a uno, que es de "ciencias", le definieron el "amor maternal" como un elemental impulso de origen químico provocado por los opiaceos que genera el sistema límbico del cerebro. Un cóctel de hormonas de placer formado, más o menos, por la oxitocina, la prolactina y las beta-endorfinas que provoca una cierta adicción entre madre e hijo ya desde la gestación.

Un vinculo que al menos hasta el segundo mes de vida de la criatura no se produce con el padre ya que el niño, al contrario de lo que piensan casi todos los babeantes progenitores, no reconoce la figura paterna hasta, como pronto, los dos meses de edad.

Según un estudio del "Journal of Epidemiology and Community Health", realizado por Mark Bellis, prestigioso investigador de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido de la Gran Bretaña (arg, arg, arg) basándose en las miles de pruebas del ADN que, por motivos judiciales o para evaluar riesgos genéticos, se han disparado los últimos años, uno de cada 25 niños no es hijo de quien cree.

La naturaleza es sabia (o por lo menos prudente) y hace que uno no se encapriche el primer día de quien tiene las posibilidades que tiene de no ser quien dice que es. Luego, si a los dos meses, quien dice ser que es, todavía está por ahí.. pues bueno, pero mientras tanto la oportuna moratoria "sentimental" evitará, tal y como están las cosas, alguna que otra decepción infantil.