Capítulo Septingentésimo cuadragésimo sexto: "Yo ya soy un hombre muy difícil de sorprender. ¡Ups, un coche azul!" (Hommer Simpson, 36 años, inspector de Seguridad Nuclear)Hoy nada de las acostumbradas y demagógicas apologías de la vagancia o de detallados informes sobre la vida sexual del ornitorrinco ruso. Hoy toca algo educativo a la par que refinado. Hoy toca jugar con "
palabras". Para que luego digan que no "
semos" cultos por aquí.
Claro que los señores "
profundos" mucho presumir de
limpiar,
fijar y dar
esplendor al lenguaje y en cuanto te descuidas te encuentras con palabras capaces de desafiar descaradamente sus criterios hasta el punto de, por ejemplo, hacerse más cortas añadiéndoles más letras (digo yo que algo "
brevísimo" será mucho más breve que "
breve" ¿no?) o paradojas tan curiosas como que "
esta frase tiene seis palabras" resulta que sólo tiene cinco mientras "
esta frase no tiene seis palabras" tiene, precisamente, seis.
Puestos a jugar, me gustan más los
palíndromos, esas palabras o frases capicúas que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda y que todos aprendimos en el colegio para luego soltarlas sin venir muy a cuento y que hacían que nos sintiéramos importantes: "
dábale arroz a la zorra el abad", "
Anita lava la tina", "
A resaca la casera", "
Isaac no ronca así", "
Sobornos son robos" o una de mis preferidas por surrealista "
odio la luz azul al oído".
Todas tenían una característica en común: eran frases completamente estúpidas.
Luego me enteré que la gente importante (
Poe, Lewis Carroll, Nabokov o
Joice -con su "
Madam, I´m Adam"-) también los habían usado y claro, aquello ya era otra cosa. Y más cuando "
descubrí" que existían en todos los idiomas, no sólo en castellano (
Augusto Monterroso tiene un cuento titulado "
Onís es asesino" y
Julio Cortazar incluye en su relato "
Lejana" palíndromos como "
Amigo no gima" o "
Salta Lenin el atlas"), sino en catalán ("
Català a látac"), en vasco ("
¿Noiz erre zion?" -
cuando se le quemó-) o en gallego (
Gonzalo Navaza en su libro "
A Torre da derrota" incluye un gran número de ellos: "
A rosa ve, evasora" o "
Ame o pobo o bo poema").
Y para acabar el más difícil todavía, en "
Verbalia",
Marius Serra, su autor, incluye un palindromo cuyas cuatro palabras pueden leerse de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de abajo arriba y de arriba abajo...
Para que luego digan que no "semos" cultos por aquí. ¡Hala!