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746. Martes, 25 abril, 2006

 
Capítulo Septingentésimo cuadragésimo sexto: "Yo ya soy un hombre muy difícil de sorprender. ¡Ups, un coche azul!" (Hommer Simpson, 36 años, inspector de Seguridad Nuclear)

Hoy nada de las acostumbradas y demagógicas apologías de la vagancia o de detallados informes sobre la vida sexual del ornitorrinco ruso. Hoy toca algo educativo a la par que refinado. Hoy toca jugar con "palabras". Para que luego digan que no "semos" cultos por aquí.

Claro que los señores "profundos" mucho presumir de limpiar, fijar y dar esplendor al lenguaje y en cuanto te descuidas te encuentras con palabras capaces de desafiar descaradamente sus criterios hasta el punto de, por ejemplo, hacerse más cortas añadiéndoles más letras (digo yo que algo "brevísimo" será mucho más breve que "breve" ¿no?) o paradojas tan curiosas como que "esta frase tiene seis palabras" resulta que sólo tiene cinco mientras "esta frase no tiene seis palabras" tiene, precisamente, seis.

Puestos a jugar, me gustan más los palíndromos, esas palabras o frases capicúas que se leen igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda y que todos aprendimos en el colegio para luego soltarlas sin venir muy a cuento y que hacían que nos sintiéramos importantes: "dábale arroz a la zorra el abad", "Anita lava la tina", "A resaca la casera", "Isaac no ronca así", "Sobornos son robos" o una de mis preferidas por surrealista "odio la luz azul al oído".

Todas tenían una característica en común: eran frases completamente estúpidas.

Luego me enteré que la gente importante (Poe, Lewis Carroll, Nabokov o Joice -con su "Madam, I´m Adam"-) también los habían usado y claro, aquello ya era otra cosa. Y más cuando "descubrí" que existían en todos los idiomas, no sólo en castellano (Augusto Monterroso tiene un cuento titulado "Onís es asesino" y Julio Cortazar incluye en su relato "Lejana" palíndromos como "Amigo no gima" o "Salta Lenin el atlas"), sino en catalán ("Català a látac"), en vasco ("¿Noiz erre zion?" -cuando se le quemó-) o en gallego (Gonzalo Navaza en su libro "A Torre da derrota" incluye un gran número de ellos: "A rosa ve, evasora" o "Ame o pobo o bo poema").

Y para acabar el más difícil todavía, en "Verbalia", Marius Serra, su autor, incluye un palindromo cuyas cuatro palabras pueden leerse de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, de abajo arriba y de arriba abajo...



Para que luego digan que no "semos" cultos por aquí. ¡Hala!