-   


  

759. Miércoles, 17 mayo, 2006

 
Capítulo Septingentésimo quincuagésimo noveno: "No hay falsedad tan insensata que no la apoye ningún testigo". (Plinio el viejo, 23 - 79, escritor latino)

Amparados con la socorrida disculpa (que encima uno al principio hasta se creía) de "el saber no ocupa lugar", la cantidad de cosas (dejemos el adjetivo en "inútiles") que nos hacían aprender entre partidita y partidita de mus del bar de la facultad, darían para llenar varias agujeros negros.

Hoy me voy a vengar con una de las más inútiles (y mira que ya se necesita ser inútil para ser de las "más"). He encontrado casi al completo en una revista no sólo las imágenes (que aunque originariamente son manchas aquí están "presentadas" en siluetas por aquello del copyright) del test de Rorschach, sino las cosas que debe uno contestar cuando se encuentre ante semejantes borrones sin tener que acabar acusado de obseso sexual con complejo de Edipo arrastrado desde el choque subliminal con la figura materna en la fase anal del desarrollo... algo que seguro iba a servir de disculpa a los de la selección de personal (que son los que lo siguen usando) para darle el puesto al hijo del vecino del de contabilidad.

Y digo lo de "vengarme" por ser las laminitas en cuestión, y sobre todo su posterior "interpretación" uno de los secretos mejor guardados por los especialistas (sí, aunque parezca increible los hay) en el tema.












Vamos que cada vez que me acuerdo que me pasé casi dos semanas aguantando manchitas pudiendo haber estado calentito y tranquilo en el bar... Grrrrrr.