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793. Jueves, 13 julio, 2006

 
Capítulo Septingentésimo nonagésimo tercero: "No hacer nada por miedo a cometer un error es ya un error". ( Elizabeth Stone, 1811-1886, escritora estadounidense.)

Disfraz barato a la par que elegante. Y más fácil imposible.

Cogemos una sábana blanca, -no importa si está sucia, incluso las manchas pueden dar un toque de realismo-, le hacemos un agujero en medio y nos la colocamos en plan poncho. Ya tenemos la clara.

Cogemos un casco amarillo de esos que usan los obreros (aunque una servilleta del mismo color servirá igual -menos conseguido- pero igual) y nos lo ponemos en la cabeza. Ya tenemos la yema.

Y eso es todo. Estamos disfrazados de huevo frito. Sólo hay que esperar a que alguien quiera "mojar" en nosotros.

Más fácil imposible. Eso sí, quien me lo cuenta me dice que lo ha leído en no sé qué revista. Algo que me lleva a dos rápidas conclusiones: que si uno lo usa seguramente no será el único huevo frito de la fiesta (por eso estaba yo pensando que unas "puntillitas" adornado los bordes no estarían de más), y que está claro que voy a tener que hacerme mirar mejor con quien ando.