Capítulo Septingentésimo nonagésimo sexto: "A veces unos puntos suspensivos a tiempo resultan más profundos que un verso archipensado" (Gabriel Celaya, 1911-1991 escritor español)Dice una maldición
yiddish:
¡Que pierdas todos los dientes menos uno, y que éste te duela!Hoy y en esa línea, breve guía práctica para tener a mano estas vacaciones sobre algo que nunca se sabe cuando se va a necesitar, aunque casi seguro que se va a necesitar:
"cómo insultar rápidamente en extranjero".
Los holandeses tienen una extraña costumbre de hacerlo (y, por lo tanto seguro que también le molestará que se lo digan): sugiriendo enfermedades. Hay que intentarlo con
kankerleir ("portador de cáncer") o
teringleir ("tuberculoso"). No falla.
Lo peor que se le puede decir a un irlandés:
mallcht Chromaill ort ("que
la maldición de Cromwell caiga sobre ti") mientras que si le dices a un francés
chameau le estarás llamando "mal bicho" en toda su cara.
Pero si hay algo que moleste a todos los europeos en general es que les llamen
calzonazos, dando a entender que el susodicho está dominado por su señora (algo que -tanta igualdad, tanta igualdad- no ocurre al contrario) mediante sutiles palabras según el idioma:
pussywhipped (literalmente
"azotado por el chocho") en inglés, o
under toflen (
"bajo las zapatillas") en danés.
Otra cosa que parece molestar a casi todos los habitantes de Europa es que les llamen "tacaños". Casi todos los idiomas tienen su palabra:
pisse-vinaigre (
"mea vinagre") o
fedre rov (
"culo empalagoso") en Dinamarca,
pidocchio rifatto (
"piojo rehecho") en Italia o
ha izisi in isatacca (
"tiene erizos de mar en los bolsillos)" en Córcega.
La lista es extensa, pero teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos uno no va a pretender mantener
conversación con el interlocutor y que lo más normal (o lo más
conveniente) será pronunciar la que corresponda mientras sales corriendo, conocer una por idioma pueden ser suficientes. Al menos para empezar.