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822. Martes, 19 septiembre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo vigésimo segundo: "y mirándole fijamente caperucita le pregunta al lobo:- Lobo, ¿por qué tienes esa frente tan sudada, esos ojos tan hinchados y esos dientes tan apretados? -¡Coño Caperucita, déjame cagar tranquilo...!" (Párrafo encontrado en la versión original del cuento "Caperucita Roja")

La frase original siempre fue "si hoy es viernes toca (hablar de) sexo", pero no hay ningún motivo para que un martes no hagamos lo mismo. Por lo tanto.. "si hoy es martes -también- toca (hablar de) sexo".

Y con una idea práctica que, aunque no es nueva, tampoco importa repetirla. Sólo vamos a necesitar unas pinturas (si son lavables y no muy tóxicas, mejor) o -en su defecto- un simple lápiz de labios. Las posibilidades son tan amplias como la imaginación, y el resultado, (el de verdad, no el artístico), va a merecer la pena.

Se trata de pintar y ser pintado, de jugar con formas abstractas en el cuerpo desnudo. Aprovechar los contornos haciendo, por ejemplo, de los pechos dos montañas y del ombligo un oasis y que ambos estén unidos por una estrecha carretera que atraviese el interminable desierto de la barriga, parada y fonda en la que reposará la sedienta y alterada lengua que la recorra antes de emprender la parte del viaje más apasionante.

Claro que por muy poético que quede contado así, estaba yo pensando que nos pueden sobrar hasta las pinturas. Podría bastar con escribir palabras en el cuerpo usando la lengua en plan todo-terreno: escribir "esternocleidomastoideo" con la susodicha húmeda en el sitio indicado tiene que acabar en orgasmo irremediablemente.

Y anda que si uno es tartamudo. Por probar que no quede.