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838. Miércoles, 11 Octubre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo trigésimo octavo: "La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria" (Edwige Feuillère, 1907-1962, actriz francesa)

Después de tres meses de intenso romance vividos en un decorado perpetuamente iluminado por la luna plateada y un fondo de música de violines, tan empalagoso como comprensible, dos amigos que se habían jurado amor-eterno-por-siempre -jamás, dicen que lo dejan.

A cualquier mentira maravillosa se impone siempre la realidad, y la realidad no es precisamente diestra en maravillas. Alguien debería enseñarnos que el amor de película existe, sí, pero también deberían explicarnos de antemano qué ocurre cuando se apaga la luz plateada, desparece la pasión y la convivencia inicia sus destrozos. Y la convivencia, cuando se pone a destrozar, destroza a base de bien.

Y lo comprendo. Ver al hombre de tus sueños, hasta entonces el hombre más perfecto de la creación, quitarse los calcetines para cortarse las uñas de los pies, es un ataque de realidad que no todo el mundo es capaz de soportar.

Últimamente veo a mi alrededor tantos casos de relaciones fracasadas que empiezo a temer una epidemia.

Hasta el viernes.