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848. Jueves, 26 octubre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo cuadragésimo octavo: "Disfruta del camino porque cuando llegues ya se habrá terminado" (Diógenes, 413 a.C- 327 a.C, cínico griego)

Hasta ahora la mejor definición de "trabajo" la había encontrado yo en aquella canción de Raphael que decía algo así como "trabajar sin tregua y sin fin es lo mismo que una condena que ninguno puede eludir.."

Pero ya ni eso. Me ha llegado un correo electrónico explicando, de una manera lógica y sensata, lo evidente: estar en el trabajo es peor que estar en una cárcel.

En la cárcel dispones de una celda de tres por tres metros. En el trabajo apenas tienes una mesa de la que no puedes moverte. Estira un poco los pies y acabarán en la boca de alguno.

En la cárcel la celda dispones de una ventana pequeña al exterior por donde entra luz y ventilación natural. En el trabajo en cuanto se apaga el fluorescente te quedas a oscuras. Aunque sean las doce de la mañana.

En la cárcel te dan tres comidas al día. En el trabajo apenas tienes media hora para comer, pagas por ella y suele ser bastante peor que la de la cualquier prisión.

En la cárcel nadie se molesta porque fumes. En el trabajo, aparte de ser considerado un inadaptado social, te acaban descontando el tiempo que pierdas en fumar.

En la cárcel las penas se acortan por buen comportamiento. En el trabajo si te comportas bien te acaban "premiando" con más trabajo.

En la cárcel nadie te molesta porque veas la televisión, escuches música o leas un libro. En el trabajo si te descubren haciendo alguna de esas cosas puedes acabar en la calle.

En la cárcel tienes tu propio retrete o, como mucho, lo compartes con una o dos personas más. En en el trabajo tienes que compartirlo con todo el mundo, incluidos aquellos que no se lavan las manos después de mear y se las limpian en el picaporte de la puerta que tu tienes que tocar después si quieres abrirla.

En la cárcel permiten que tu familia y amigos te visiten. En el trabajo tendrás que hablar con ellos por teléfono a escondidas. Y eso si tienes suerte.

En la cárcel tienes derecho a los correspondientes "vis a vis" sin que nadie pueda, durante ellos, molestarte. Sin ir más lejos, ayer la señora Pantoja hacía uso del que le correspondía a su novio, el señor Muñoz y no hay, a pesar de la cantidad de periodistas que la vigilan, ni una imagen íntima. En el trabajo.. inténtalo, inténtalo.. y verás el "público" que se amontona a mirar. Y poco faltará si la foto de tu culo no acaba como logotipo de la empresa.

En la cárcel los gastos que haces los pagan los contribuyentes. En el trabajo tienes que pagar todos los gastos que te cause el ir y además te deducen impuestos con los que pagan los gastos de los encarcelados.

En la cárcel, los carceleros suelen ser funcionarios más o menos amables que saben que si no te tratan con corrección pueden acabar formándoles un expediente. En el trabajo los jefes son.... jefes.

En la cárcel pasas el tiempo mirando a través de los barrotes pero sabiendo el tiempo que te queda para salir de allí. En el trabajo te pasas el tiempo mirando el reloj pero nunca sabrás cuanto te puede faltar para poder salir de allí.

Cargadito de razón. Oiga, cargadito de razón.