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859. Lunes, 13 noviembre, 2006

 
Capítulo Octingentésimo quincuagésimo noveno: "Cuando los pacíficos pierden toda esperanza, los violentos encuentran motivo para disparar" (Harold Wilson, 1916, político inglés)

Dicen que los teléfonos móviles provocan impotencia, que las radiaciones de un portátil sobre las rodillas te acaban volviendo estéril, que estamos rodeados de miles y miles de aparatos emitiendo radiaciones a dosis perjudiciales para nuestros órganos más queridos. Parece claro: los avances tecnológicos, la proliferación de aparatos eléctricos, al menos un uso descontrolado de los mismos, resultan perjudiciales para nuestra salud.

La cosa ya viene de antiguo. En julio de 1980, el British Medical Journal publicó un pequeño informe sobre las lesiones producidas por la inserción del pene en las bocas de los aspiradores domésticos.

Hay incluso, aunque de forma indirecta, descrito un caso de muerte. Un estadounidense -en 1988- ya sufrió un ataque cardiaco, con resultado de "fiambre" dejando viuda y dos hijos, durante una de estas sesiones de "aspiración sexual".

Está claro, las nuevas tecnologías nos hacen la vida más cómoda, nos proporcionan más bienestar, y hasta nos pueden producir cierto placer. Pero pueden ser peligrosas. Muy peligrosas.