Capítulo Octingentésimo septuagésimo: "No comas todo lo que puedes, no gastes todo lo que tienes, no creas todo lo que oigas, no digas todo lo que sabes". (Proverbio chino)Los romanos, tan
apañados ellos para todo lo que tuviera que ver con la higiene, usaban de dentífrico, entre otras muchas sustancias, la orina.
Hasta aquí nada que no supiera. Sin embargo, me he quedado un poco pensativo cuando me he enterado que en estas cuestiones, como en todo, las
marcas ya imponían su tiranía. En los asuntos de
líquido miccional para lavarse la dentadura, ninguna orina era tan apreciada como la que producían los españoles. Una orina que a modo de
dentífrico de lujo era convenientemente comprada, envasada y transportada desde su lugar de origen, España, para ser vendida de forma exclusiva y selecta a una distinguida (y muy acaudalada) élite romana que llegaba a pagar verdaderas fortunas por tan dorado líquido. Están locos estos romanos.
Por cierto y aprovechando, me sé yo un truco para hacer que las rayitas del dentífrico (el último que compré tiene una verdes que me dejan hipnotizado cada vez que lo uso) salgan del tubito completamente descuajaringadas. Para otro día.