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676. Jueves, 5 Enero, 2006
Capítulo Sexcentésimo septuagésimo sexto: "El hombre pasa la primera mitad de su vida estropeándose la salud, y la segunda mitad curándose". (Joseph Leonard Goldstein, 1940, médico estadounidense) No hace falta ser ningún aventajado discípulo del Nostradamus para predecir algunas de las cosas que pasarán, irremediablemente, en el largo fin de semana que se nos echa encima. Todos los años me pasa lo mismo: por alguna extraña razón pocas veces acierto con los regalos de "Reyes"Con los adultos me pasa casi siempre. Así, y salvo en el caso de que me digan cruel pero liberadoramente "vaya mierda, haz el favor de ir a cambiarlo por otra cosa", me bastará ver la cara del "obsequiado" para pasarme varios días con el sentimiento de culpa de haber metido la pata. Y encima haberme gastado el dinero. Con los niños es peor, si les regalo el último grito de la última videoconsola de la última generación (ésa a la que sólo le falta fregar los platos después de comer), no tardarán ni dos minutos en despanzurrarla para manejar cualquier pieza diciendo que es la "desintegradora espacial del socavador en su lucha contra los increíbles fuasssss-fuassss"; pero si le regalas la "desintegradora espacial del socavador en su lucha contra los increíbles fuasssss-fuassss" no tardarán más de medio minuto en buscar la rendija por la que meter el último grito de la última videoconsola de la última generación de King Kong. Me estaré haciendo (más) viejo, pero me resultaba bastante más fácil antes cuando con una corbata de la mercería del barrio y una de aquellas falsas maquinitas de fotos con un payaso dentro, lo tenía todo solucionado. Hasta el lunes.
675. Miércoles, 4 enero, 2006
Capítulo Sexcentésimo septuagésimo quinto: "A una mujer nunca debe faltarle un buen par de zapatos con tacones asesinos" (Donatella Versace, 1959, diseñadora italiana)Aunque me parece una de las cosas más aburridas del mundo no tengo nada en contra de aquellos capaces de pagar dinero por ir a ver un partido de fútbol. Al fin y al cabo es de sentido común reconocer el derecho a la eutanasia mental de quienes libremente así lo decidan. De todas formas y teniendo en cuenta la fortuna que tienen que gastarse en una simple entrada los aficionados, no estaría de más que, tirando de la historia, los esforzados futbolistas ofrecieran algún aliciente añadido que justificara tan elevado precio. De los aztecas, por ejemplo, que ya practicaban un deporte parecido pero mucho más "animado": cuando el partido era importante (digo yo , es un suponer, lo que vendría a ser un Madrid-Barcelona) se jugaban no sólo la gloria de ganar, sino también la cabeza de sus capitanes, de tal manera que el susodicho del equipo perdedor era decapitado y expuesto, junto con otros que habían corrido la misma suerte, en las gradas del estadio. La entrada seguiría siendo cara, pero el espectáculo, al menos en variedad, ganaría bastante.
674. Martes, 3 enero, 2006
Capítulo Sexcentésimo septuagésimo cuarto: "" El primer beso no se da con la boca sino con los ojos" (Lucia Etxebarría, 1966, escritora española)Por razones bioquímicas, psicosomáticas, o por alguna otra causa aún más complicada que se me escapa, los hombres siempre han despertado en mi una fuerte atracción. Ese ser tierno, bello y aparentemente duro, me ha provocado un inexplicable instinto posesivo, de forma que ante un ejemplar masculino de edad adecuada y bien proporcionado, suelo reaccionar con el imperioso deseo de llevármelo a casa. No importa que uno ya tenga allí otro ejemplar bastante apañado; me los llevaría de todas formas y acumularía con mucho gusto varios de estos seres como hacen en los viejos (y muy sabios) países donde existe la poligamia. Definitivamente soy ninfocleptómano.
673. Lunes, 2 enero, 2006
Capítulo Sexcentésimo septuagésimo tercero: "Quien no es capaz de moverse no tiene derecho a esperar que lo empujen". (Malcom Forbes, 1919-1990 rico, muy rico)Todos lo hemos comprobado: las chucherías, como buenas sustancias tóxicas que son, crean una adicción incontrolada. En mi generación, cuando lo más parecido a una gominola que teníamos a mano eran aquellos caramelos surtidos en bolsas de " a kilo" que te dejaban la lengua tan pastosa como si hubieras chupado un tubo de pegamento, y, sólo en las grandes ocasiones, los adoquines del Pilar (unos mazacotes que no cabían en la boca y que traía el tío de Albacete cuando venía de visita), a nadie en su sano juicio se le ocurría poner en el envoltorio la composición de tan preciados manjares. Aunque, eso sí, bien que se encargaban los padres de avisarte lo " sucio" que se te iba a quedar el estomago como te "pasaras". En cambio ahora, con la lista de sustancias cancerígenas en la mano, podemos leer en las envueltas de cualquier golosina, listas de nombres que echan para atrás: emulsionantes, estabilizantes, antiaglomerantes, potenciadores del sabor, E-124, aromas artificiales, sorbitol, E-330, ácido tartárico, E-102, proteínas espurantes, gordura vegetal hidrogenada, E-572, antiioxidantes, dextrosa y hasta goma arábiga... Lista de ingredientes antes ausentes y que explicarían perfectamente el por qué los de mi generación nos hemos quedado como nos hemos quedado, (encanijados y con problemas de psicomotricidad.. mínimo) y lo altas, fuertes y robustas que se están criando las nuevas debido, sin duda, a alguna mutación genética provocada, por un consumo excesivo regular de gominolas manipuladas genéticamente Las " pruebas" son evidentes, y los resultados he podido comprobarlos estas navidades. Otra vez aquí, estrenando día, estrenando semana, estrenado mes y estrenando año; con sueño, algo de hambre y una petición: " virgencita, virgencita que me quede como estoy"
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