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928. Jueves, 1 marzo, 2007

 
Capítulo Noningentésimo vigésimo octavo: "La verdad no siempre es bonita, pero el hambre de ella sí". (Nadine Gordimer , 1923, escritora sudafricana)

Desde luego nadie puede rebatirles sus argumentos: el mejor arma para luchar contra cualquier enfermedad de transmisión sexual -V.I.H. incluido- es la abstinencia. También es verdad que a sus apologistas se les olvida incluir una alternativa igualmente válida: la castración (en cualquiera de sus modalidades). Sus razones tendrán para ocultarla. Doctores tiene la iglesia, y nunca mejor dicho.

Pero más allá de teóricas verdades absolutas e irreales dictados morales está feo mentir (creo que hasta ellos mismos lo consideran pecado): el medio más eficaz para prevenir y evitar la propagación de estas enfermedades (muy por encima de la fidelidad absoluta a la pareja -"todo el mundo miente", House dixit-) es el preservativo. Nos pongamos como nos pongamos... Siempre que nos lo pongamos bien.

Lo siento, pero este tema me supera. Según el informe Durex, España es uno de los países del mundo donde más precauciones se toman a la hora de tener relaciones sexuales. Pero ¡todavía! algo más de la cuarta parte de las personas que participaron en la encuesta (un 27%) reconoce abiertamente haber practicado sexo sin protección o sin conocer el historial sexual de su pareja. Estamos locos.

Y eso que el condón no es un invento de ayer. Momento didáctico/repelente: en unas pinturas rupestres de hace más de doce mil años que hay en la cueva francesa de Combarelles ya aparece un señor manteniendo relaciones sexuales con algo parecido a un condón cubriendo su pene. Los romanos eran gran aficionados a los condones caseros (fabricados con tripa de corderos) para evitar las enfermedades venéreas (esa Venus.. diosa del amor) aunque no fue hasta el siglo XVI cuando al anatomista italiano Gabrielle Fallopio (el mismo de las trompas) se le ocurrió, en vista de una epidemia de sífilis, crear una funda de lino lavable que se ataba al pene con un lazo. Una idea similar a la que tuvo por la misma época el doctor Condom, un médico del rey Carlos II de Inglaterra que le acabó dando el nombre al invento. A pesar de estos intentos hubo que esperar al descubrimiento del latex a principios del siglo XX, para que se convirtiera en algo más extendido.. no mucho, teniendo en cuenta que no pudo ser vendido libremente hasta 1970.

Mientras no alcancemos en la escala evolutiva a algunos animales que ya han solucionado el problema (las arañas son capaces de copular mediante un sistema de lo más original -y más bien pelín aburrido-: el macho, una vez aceptado por la hembra, flexiona su abdomen como si se masturbara, toma con sus patas su semen y se lo ofrece a la hembra, que se lo guarda en un bolsillo para cuando lo necesite), nunca sobrarán las advertencias para que usemos el condón. Si-em-pre.