-   


  

939. Viernes, 16 marzo, 2007

 
Capítulo Noningentésimo trigésimo noveno: "Para conocer a la gente hay que ir a su casa" (Johann Wolfgang von Goethe, 1749-1832, escritor alemán)

Huyo del fuego como de la peste y soporto malamente (pero muy malamente) cualquier ruido que supere el que puede producir un suspiro (y que no sea muy profundo), pero algo tienen que tener las fallas cuando cada año tanta gente es capaz de convertir su creatividad, su vitalidad y sus ahorros en pólvora, en fuego y en humo.

Este fin de semana, que se alargará hasta el martes, voy a comprobarlo de primera mano. Estaré en Valencia. Vuelvo el miércoles.

¡Ahhh! Se me olvidaba. No hay que perder (no se debe) las buenas costumbres: si hoy es viernes toca sexo (hablar de). Dicho y hecho. Nueve de cada diez urólogos recomiendan un sencillo truco (que peluche práctico desvela hoy en toda su crudeza) para que la erección de turno no te haga pasar el mal rato de tu vida.

Ya sé que alguno dirá que las erecciones no son -nunca- inoportunas sino -siempre- aprovechables, pero hay ciertos momentos en los que no te acaba de venir bien que aquello se empiece a notar tan hinchado. Que levante la mano el (hombre) que no se ha quemado alguna vez la espalda por no atreverse a darse la vuelta en la playa; que levante la mano el (hombre) que recién levantado por la mañana iba meándose y por culpa de aquella matutina firmeza tuvo que desistir del intento a pesar de la incomodidad que ello suponía...

Pues vamos allá. Cuando -por la razón que sea- uno tenga una erección inesperada y no le interesa que semejante elevación se produzca en aquel preciso momento, hay un truco infalible: encoger los dedos de los pies.

A primera vista absurdo, sí... peeeeeeeeero funciona. Un ejercicio, por cierto, que, por más que acaben de aprobar una ley de igualdad obligatoria de sexo y por más que algunas se desgañiten gritando histéricamente eso de "ista, ista ista, España feminista", sólo, repito só-lo vale para los hombres. Y la culpa no es mía.

Haced la prueba y ya me contareis. Ahora sí: hasta el miércoles.

Pd. Ya fuera de tiempo: sigo encontrando objetos "útiles" para la casa. A este dispensador de jabón también le he echado ya el ojo. Y antes de que nadie diga nada: para dispensar jabón el tamaño no importa.