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970. Viernes, 11 mayo, 2007

 
Capítulo Noningentésimo septuagésimo: "Nunca sé despedirme de ti, siempre me quedo con el frío de alguna palabra que no he dicho" (Luís García Montero, 1958, poeta español)

Karen Dinesen -su nombre de soltera- nació en Dinamarca en 1885 y se casó a los 33 años con su primo, el barón Bror Blixen. Se trasladaron a Kenia, donde Karen conoció a un aristócrata británico con quien tenía muchas cosas en común, el aventurero Denys Finch Hatton. Los dos habían abandonado sus países de origen siguiendo la llamada de los grandes espacios y de su pasión por África.

Ella vio en él su ideal: guapo, inteligente, original, deportista y un esteta refinado. Se hizo tan amigo de Karen y de su marido que éste lo presentaba diciendo: "Mi excelente amigo y el amante de mi mujer"

Cuando Karen se divorció de su primo, Denys comenzó a vivir con ella sin abandonar su independencia. Quería continuar con su libertad, no dar cuenta de su existencia ni explicar sus decisiones. Ella lo aceptó y escribió sobre su relación: "Siempre era feliz en la granja, ya que sólo venía cuando lo deseaba". En sus cartas expresaba toda la intensidad del profundo amor que sentía por él: "Tengo la impresión de que estoy unida a Denys para siempre, dedicada en exclusiva a amar el suelo por donde camina". "Cuando se va, se lleva el olor a rosas y el resplandor de la luna llena, y cuando regresa, vuelven con él el aire y la luz".

Nunca consideraron la posibilidad de casarse. Pensando en el fin de sus días, eligieron un lugar en una colina que dominaba la gran planicie de Nairobi, para ser enterrados juntos, formando parte de ese paisaje que tanto amaban.

Pero las cosas se torcieron cuando bajaron las cotizaciones del café, producto que Karen cultivaba, y ella no pudo hacer frente a los créditos. Si vendía su granja, no le quedaría más remedio que regresar a Dinamarca y lo que Denys deseaba con toda su alma era quedarse en Kenia. Karen cambió entonces su modo de pensar: quería casarse, que él la mantuviese y que las cosas discurrieran de una manera más tradicional, pero cuanto más se aferraba a Denys y más le exigía un compromiso, más la rechaza él: no soportaba las exigencias económicas y sociales que le proponía.

Se produjeron entonces escenas muy tensas entre ambos y su último encuentro acabó con una violenta discusión. Angustiada, Karen intentó suicidarse. Se dio cuenta de que había sido ella quien había roto el compromiso que les mantenía unidos. Quien acuerda mantener una relación sin obligaciones firma un pacto, hasta las relaciones más libres tienen sus reglas y no se deben romper unilateralmente. Denys lo había dejado muy claro desde el principio de la relación.

Resignada, Karen regresó a Dinamarca, donde se enteró de que, unos días después de su ruptura, Denys Finch Hatton se había estrellado con su avión. Regresó para enterrarlo en el lugar solitario de la sabana africana que habían elegido para ambos. Ella sin embargo, no reposa allí. Lo hace bajo un haya del parque de su propiedad en Rungstedlund, en Dinamarca, donde murió en 1962 después de haber escrito, bajo el seudónimo masculino de Isak Dinesen, su libro Memorias de África. Una novela mucho más entretenida que la película y que me tiene enganchado desde la primera frase.... "Yo tenía una granja en África, a los pies de las colinas del Ngong..."

Hasta el lunes.